Llegados a estas fechas es más que seguro que se te haya pasado por la cabeza la frase estrella navideña: “!madre mía que rápido se ha pasado el año! a ver…¿ y qué he hecho yo -en mi vida- este año?”. Bien te propongo un ejercicio fácil y divertido. (Advertencia: aquí no es lo de propósitos estupendos para el año nuevo y trucos para hacerlos realidad sin pestañear. No sigas leyendo. Esto va de todo lo contrario y es mucho más radical).
Entre mis imprescindibles de vida, está el cuidado del planeta en general, y sin lugar a dudas, el cuidado del planeta particular: uno mismo. Por todo esto, llegados a estas fechas de cuestionamientos y replanteamientos varios, te propongo la aplicación de las 3R’s para tu bienestar planetario interno, ya sabes: reusar, reducir y reciclar.
Número 1: Reúsa. Vamos por lo más sencillo; piensa en aquellas cosas que realmente te han gustado de este año, lo que verdaderamente te ha hecho feliz. Haz una lista, escribe lo mejor que te ha pasado: personas, situaciones, lugares, actividades…etc. (…lo otro, lo vemos más adelante). Pues bien, quédate con eso. Vuelve a ello: regresa a esas personas, a esas situaciones que te han hecho pasarlo bien de verdad, disfrutar, soñar y reír hasta casi llorar. Agradece todo lo bueno de este año y re-úsalo: vuelve a disfrutarlo. Como si de tu helado o postre favorito se tratase, repite con todo aquello que te hace sentir bien. Fácil ¿sí?. Déjame recordarte que todo lo mejor de esta vida lo es.
Número 2: Reduce. A principios de año, cada vez que alguien me pregunta por mis nuevos propósitos, mi respuesta es siempre la misma: “la verdad, que tengo suficiente con mantener y cumplir todo lo del año pasado”. Hoy en día estamos sometidos a constantes bombardeos de estímulos y mensajes de todo tipo: haz, haz y haz, compra, compra y compra…. Más, más y más. ¡Que empacho! No gracias.
Desde mi más honesta intención te propongo que reduzcas a tope. En serio, simplifica la vida al máximo. Desde fuera todo es agotador, nunca somos suficientes en nada: no somos lo suficientemente guapos, delgados, viajados, leídos, vividos, experimentados, etc, etc, etc… ( =estrés, ansiedad y síndrome del burro corriendo detrás de la zanahoria…). Te reto a que la próxima vez que vayas a adquirir algo nuevo te hagas esta pregunta: “¿realmente lo necesito?”. Seguro que te gusta, y probablemente puedas permitírtelo, pero ¿realmente lo necesitas? ¿Tu vida dejaría de tener sentido si no lo tienes?.No se trata solo del gasto monetario; es la energía que le vas a tener que dedicar y el tiempo. La próxima vez que alguien te proponga un plan, pregúntate si realmente te apetece o te inclinas a hacerlo porque lo hace todo el mundo. O cuando alguien te pregunte si has visto tal peli, o tal serie, serías capaz de responder: “pues no” sin sentir mal creyendo que te falta algo. A veces no hacer nada de nada es el mejor plan: no agotes tu energía “aprovechando” cada minuto para hacer de todo. Sencillamente disfruta de un rato para no hacer nada. ¿Te suena raro? Puede, pero pruébalo y me cuentas.
Número 3: Recicla = limpieza radical. Probablemente mi parte favorita. Mira de nuevo hacia este año – la cara B de tu lista- ¿que es eso que no te ha gustado en absoluto?. Sé que habrá cosas malas que piensas que son ajenas a ti y que han venido sin tu pedirlo. Pues aún hay algo bueno que sacar de ahí: a) ¿que has aprendido de esa situación?. b) ¿que puedes hacer para cuidar de que esto no te vuelva a ocurrir?. Aprende.
Por último, no olvides nunca dar gracias a todas esas personas, situaciones y cosas que te hicieron sentir mal o infeliz. Es gracias a ellos que has aprendido grandes lecciones: a darte cuenta de lo valioso que es tu tiempo y a ser más selectivo para no perder ni un minuto con quien no te merece. Quizás estés pensando en ciertas situaciones y digas: “bueno no sé… es que me sabe mal…”. Cuidado con “las penas y las culpas”: despistan y son más peligrosas que la niebla en un día de invierno. Aprende a reubicar en los contenedores adecuados. Por ejemplo: el contenedor verde (cristal y vidrio): para las personas que ya solo te apetece ver para tomar un café o copa y poco más. Se sincero, -ya no tenéis nada en común, o solo os unen recuerdos del pasado y ahora ya sois personas totalmente distintas) no te apetece verles mucho y está bien. Usa también el contenedor gris (ropa y calzado): para todo aquello que ya no te va en absoluto. Como suele decirse: si algo te aprieta mucho, es que ya no es tu talla (véase: ropa, zapatos, relaciones incomodas, amigos, y personajes tóxicos en general).
En definitiva, te animo a reciclar-limpiar-tirar-sin-miedo, lo que ya no te encante en tu vida. Sé ecológico, practica las tres erres, porque si no lo haces tú, dime: ¿Quién se va a encargar de cuidar de tu planeta particular?. Si no sabemos ser agradecidos y felices con lo que ya tenemos, nunca todo lo demás será suficiente. Si no hacemos limpieza y dejamos espacio libre, cerramos las puertas a que la vida nos sorprenda y nos traiga cosas nuevas y maravillosas. Y por último recuerda siempre que:
“Tienes dos vidas: la segunda comienza cuando te das cuenta de que solo tienes una”. M. de Andarde.